Tuesday, April 05, 2011

El caos en Ocean Park


A veces para entender los grandes problemas hay que mirar a los pequeños problemas. Si queremos hablar de la racha de asesinatos, miremos a algo tan pequeño como el desorden que sucedió el doming pasado en la playa de Ocean Park. Ahi vemos como la apatía del gobierno, la influencia de las cerveceras sobre los políticos de la Isla y el carácter anárquico del boricua se juntaron para crear caos.

Primero, el gobierno. Se supone que en esa playa no ocurran promociones cerveceras. Pero las hay. Se supone que no se venda cerveza en la playa. Pero todas las semanas hay una guagua enorme de donde se distribuye alcohol. Se supone que hayan leyes que multen a los que tiran basura. Pero no conozco a nadie que haya sido multado por ésto. Somos un pueblo que respeta las leyes, sólo si vemos que alguien ha sido multado.

Esto se une al hecho de que como vimos en el caso del Senador De Castro Font, cerveceras como Medalla, compran a los políticos y al gobierno de maneras legales e ilegales. Son intocables. La ley no aplica a ellos. De pronto hoy, segun un artículo en El Nuevo Día, nadie en las agencias del gobierno sabe nada sobre quien organizó el evento. Nadie. Y claro, ni un político ha tenido la valentia de decir qué tenemos que hacer algo sobre este asunto.

Finalmente, el caos sicológico y social de los boricuas donde toda actividad tiene que ser acompañada de alcohol. Vamos a la playa a beber, al campo a beber, a galerías a beber, a ver cualquier deporte a beber. Y no a beber un poquito. No, a beber mucho. Y donde hay alcohol, reina el machismo barato y las peleas.

Ademas, en términos sociales, la playa de Ocean Park es un lugar donde la gente adinerada y la gente del residencial están cerca. Y aquí siempre ha habido un roce de clases tremendo. Nada le da más placer a la gente del residencial que causar caos en áreas que ellos perciben como de "riquitos". Lo vemos en Ocean Park, lo vemos en Condado los domingos con las gangas en bicicleta molestando a los turistas.Es una manera, me imagino, de tomar venganza y de sentirse poderosos.

Todo eso crea una especia de tormenta perfecta donde me parece que la única solución es ponernos fuertes con las leyes. Las leyes están ahí. Es cuestión de enforzarlas. De dejar de tener miedo. De dejar de temer a las empresas que son, en gran parte responsables de este caos. La parte social es más compleja y requiere mucho pensamiento. Pero hay cosas muy sencillas que podemos lograr hoy mismo.

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