El otro día una tía me dió unas fotos viejas de la familia. Y vi a mi abuelo frente a un carro en los años 1920. Y lo vi junto a mi en 1969 en un domingo de esos que íbamos al Parque de las Palomas. Vi una foto de mi abuela tomada en los años 20 también. Y otra junto a mi en su casa. Habían fotos de abuelos, tío abuelos. Todo un mundo que ya desapareció por completo. Ellos se fueron con los años, uno a uno. Y sólo quedan estas viejas fotos para probar que pasaron por aquí.
Vi también fotos mías cuando era niño. En cumpleaños, en reuniones familiares. Siempre saliá sonriendo y mirando a la cámara de manera juguetona. Y de pronto, me dí cuenta que ese niño también había desaparecido en su manera. El niño que veía todo con ilusión convertido en un hombre de mediana edad, que no ríe tanto. Que a veces pierde la ilusión. Que necesita ir a siquatras para hacer algún sentido de la vida. El niño ya no existe. Sólo quedan unas viejas fotos para probar que pasó por aquí.
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