Es verano. La temperatura ronda en los 90 grados. Y en esa época me da por leer secciones del libro "Aquel Verano" donde varios escritores cuentan una historia real de un verano de su niñez o adolescencia. Así que para variar, voy a escribir algo de mi vida.
Cuando era niño, mis veranos eran sencillos. Me gustaba leer y ir al cine con unos amigos que vivían en la King's Court. Usualmente íbamos al Cine Grand en la Calle Loíza donde cada dos día ponían un doble programa, donde abundaban las películas de aventuras, del oeste, de horror. Lo que era perfecto para un niño de 9-10 años. Yo era muy feliz en esos veranos.
Pero mis padres tenían otras ideas. En una decisión ridícula conociendo como era su hijo, me obligaron a ir a un campamento de verano llamado Camp Mabó. Ese campamento era parte de la American Military Academy, una escuela de último recurso para niños problemáticos, con problemas de disciplina y probablemente sicológicos. Era el lugar para los peleones, los bullies, los que no acercaban a un libro en su vida. El hecho es que mis padres decidieron que estaba pasando demasiado tiempo en el cine y que debería hacer deportes en lo que era en realidad un campamento para futuros delincuentes.
Camp Mabó era todo lo que me imaginaba y mucho peor. Un lugar donde bullies peleaban con otros bullies. Un sitio donde alguien tranquilo como yo era una presa fácil. Y no solo por eso sino también porque me veían como un blanquito de Condado, era un extranjero para ellos, me llamaban "El Españolito" en tono de burla y despectivo.
Estuve varias semanas allí donde cada día sólo miraba mi reloj para cuando llegara la hora de regresar a casa. Pensaba que todo era bastante horrible y deprimente, pero que de alguna manera lo iba a superar. Era cuestión de dejar que el tiempo pasara. Hasta que que ocurrió un evento que me hizo pensar lo contrario: en la última semana se iba a practicar el "deporte" del boxeo.
Hoy en día es difícil pensar que un campamento permitiera ese deporte, pero estos era a principio de los 1970. El hecho es que ahí estaba en el itinerario. Cuando comenzaron a decidir quien peleaba con quien, pues todo el mundo quería pelear conmigo. Incluyendo el bully más grande allí, un chico fuerte, más alto que yo, el que buscaba cualquier excusa para formar un lío. Pues, el consejero, que mirando atrás probablemente era otro psicópata que estudiaba en la American Military Academy y que tendría 16 años, me puso a pelear con el Bully mayor.
Me hubiera encantado que la pelea hubiera sucedido en ese momento y ya salir de eso. Pero no. Se decidió cruelmente que sería al día siguiente. Entonces, esto era el match, en una esquina un tipo flaquito, bajito, que le gustaban los libros y el cine y en la otra, un pequeño cro-mañon, más fuerte, más alto, y con mucha experiencia peleando con otros.
Demás decir que no dormí nada esa noche. Le conté a mi padre lo que iba a ocurrir al día siguiente y no le pareció importarle mucho. "Hola papá, mañana un tipo mas grande que yo me va dar una paliza." "ok, bueno deja, estoy viendo una película en la tele."
Y bueno, el día llegó. La gran pelea. Por supuesto no en la mañana, sino que era a eso de las 3:00pm, todo un día completo de bullying y risa dirigida a mí.
A las 3pm, llegó el Main Event, todo el mundo gritando y riendo. Me pusieron los guantes. Y comenzó el round. Yo comencé tratando de tirar algo similar a un jab para ver si al menos escapaba de un puño. Pero no. Mi oponente mucho mas fuerte me dió un puño en la cara que me dejó en el piso. Al principio hubo risas y gritos, pero me acuerdo que de pronto silencio. El consejero me levantó, quizás dándose cuenta de la estúpida decisión que había tomado y me dijo que no me preocupara y dijo algo de que había sido muy valiente. Creo que dijo algo así porque estaba todavía achocado.
Pasaron varios días y al fin se terminó Camp Mabó. Volví a mi rutina de ir al Grand y al Cine Riviera. Nunca le conté nada a mis padres de mis traumas ya que pensaban que me iban a regañar, a decirme que a TODOS los niños le gusta el campamento. Al finalizar el verano, creo que me comentaron que me enviarían el año siguiente. No dije nada. Pero ahora me imagino que mis problemas de ansiedad que me han aquejado toda una vida, comenzaron precisamente en ese momento.
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