Hoy regresé para una jornada de trabajo freelance al lugar donde trabajé por 4 años y que desaparece el 30 de este mes. Fui de los primeros en ser cesanteados el 30 de noviembre y realmente no pensaba volver allí. Pero la vida tiene esas cosas inpredecibles y me llamaron para que ayudara con una última campaña.
Entrar allí fue una experiencia algo extraño. Ya no quedaba casi nadie trabajando allí, apenas 2 personas. Volví a mi antiguo escritorio y realicé mi trabajo. Lo traté como un día normal. Hasta que tomé un descanso de unos minutos en la tarde y me puse a mirar a mi alrededor. Los escritorios vacíos. Algunos conservaban algunos recortes pegados, con pensamientos de esos que ayudan a pasar el día de trabajo.Cosas sencillas que dejan saber que en algún momento alguien pasó largas horas allí.
El viernes el lugar desaparece y por alguna razón me dió por darle una buena mirada final. Al área de los creativos donde nos reímos tanto. Al salón de conferencias donde pasamos buenos y malos ratos. Aunque la mayoría de los ratos fueron quizás ni una cosa ni la otra.
Me atrajo también el gran silencio del lugar. Uno algo falso ya que en la mente podía escuchar las voces, la risas que por los últimos 4 años llenaron el lugar.Y me dió ese sentimiento normal de que jamás volvería a pasar por esos momentos.
Y, nada, al final regresé a mi escritorio para escribir par de titulares que me faltaban.
Le hice un comentario chistoso a mi compañero de trabajo y me fuí a casa. Puse la radio y escuché por par de segundos a alguien hablando de política. Pero lo cambié y puse un CD de McCartney. No contenía la canción "Yesterday", pero por alguna razón la escuchaba de todas maneras.
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